2 DE CADA 3 ESPAÑOLES ASEGURA SENTIRSE CAPAZ DE ADAPTARSE A CAMBIOS E IMPREVISTOS, PERO A COSTA DE SU BIENESTAR EMOCIONAL

¿Estamos siendo resilientes o simplemente aguantamos? En un entorno laboral donde la presión y los cambios son constantes, muchas veces podemos llegar a confundir nuestra capacidad de adaptación con una obligación de estar siempre disponibles, y acabamos funcionando en modo automático, priorizando la exigencia sobre el autocuidado. Pero mantener un ritmo alto de trabajo sin prestar atención a nuestro bienestar emocional no es dañino para nuestra salud, sino que a la larga puede disminuir nuestra productividad.
La resiliencia ayuda a adaptarse, pero llevarla al extremo puede afectar la salud mental
Durante la pandemia del COVID-19, el concepto de resiliencia empezó a sonar con fuerza. Aprendimos a adaptarnos, a reinventarnos y a seguir adelante ante una situación que no conocíamos y nos generaba incertidumbre. Y en el mundo laboral, esta habilidad ha demostrado ser especialmente útil: mejora el rendimiento, refuerza la confianza entre compañeros y alimenta un ambiente de colaboración más sano y motivador. Según el Cigna International Health Study 2024, en España un 69 % de la población se considera capaz de adaptarse con facilidad a cambios e imprevistos. Sin embargo, adaptarse no significa aguantarlo todo. No se trata de resistir sin pausa ni de ignorar las señales de agotamiento. La resiliencia saludable implica cuidar también de nuestras emociones, reconocer nuestros límites y evitar caer en mecanismos de afrontamiento poco sostenibles. Si no lo hacemos, podemos terminar disfrazando el agotamiento de fortaleza, y eso nos conduce a una "resiliencia tóxica": esa sensación de que debemos resistir a toda costa, aunque por dentro estemos al límite.
5 estrategias para evitar la “resiliencia toxica”
Para ello, los expertos de Cigna Healthcare España recomiendan aplicar las siguientes estrategias que impulsan el desarrollo de una resiliencia saludable:
1. Fomentar un liderazgo mindful.
Ser un buen líder implica contar con la capacidad para estar presente y conectado con las necesidades del equipo. Un liderazgo basado en la atención plena favorece la toma de decisiones más equilibradas, mejora el ambiente laboral y fortalece tanto la resiliencia del grupo como la del propio líder. Cuando sentimos que hay apoyo y confianza, es más fácil enfrentar cualquier situación sin sentirnos solos.
2. Desbloquear la resiliencia a través de la innovación.
Cuando dejamos espacio para la creatividad y la experimentación, enfrentamos los cambios con mayor agilidad. Promover una cultura donde el error no sea un enemigo sino parte del aprendizaje continuo nos ayuda a crecer incluso en los momentos difíciles.
3. Gestión inteligente del tiempo.
Métodos como el "Pomodoro Mindful", que alterna periodos de concentración con descansos breves, nos ayudan a mantener la productividad sin perder el bienestar emocional. Saber cuándo parar es tan importante como saber cuándo avanzar.
4. Establecer límites saludables.
Decir "no" también es parte del autocuidado. Aprender a establecer límites nos protege del desgaste y nos permite equilibrar nuestras responsabilidades laborales con nuestra vida personal. No estar disponibles siempre no nos hace menos profesionales, sino más sostenibles en el tiempo.
5. Fomentar la conexión social dentro del equipo.
El apoyo mutuo es fundamental. Fomentar relaciones de confianza y colaboración dentro del equipo hace que los momentos difíciles sean más llevaderos. Saber que no estamos solos y que podemos contar con los demás reduce la carga emocional del trabajo y fortalece nuestra resiliencia colectiva.