Durante la pandemia, se demostró que el hecho de tener que permanecer recluidos en nuestros domicilios contribuyó, en la mayoría de los casos, a fortalecer las relaciones familiares. Tal y como revela el estudio de Cigna, ‘COVID-19 Global Impact’, el 63% de los españoles reconocía en abril tener una familia cercana en la que apoyarse a nivel emocional, 10 puntos más que los datos obtenidos antes del confinamiento.
Sin embargo, tal y como muestra el análisis de la aseguradora de salud, esta sensación de conexión comenzó a decrecer cuando se fueron relajando las restricciones sanitarias en junio (56%), volviendo a incrementarse durante las vacaciones de verano (61%). Una vez se regresó a la rutina y a las obligaciones del día a día, este disminuyó en octubre, de nuevo, al 56%. De ahí la necesidad de aprovechar estos días libres para fortalecer lazos.
A la luz de estos datos, y teniendo en cuenta las actuales recomendaciones y restricciones sanitarias, que obligan a pasar más tiempo en el hogar, estas vacaciones de Navidad pueden convertirse en una nueva oportunidad para fortalecer vínculos afectivos con el círculo familiar más cercano. Algunos consejos para conseguirlo son: comunicación atenta con los demás, asertividad y sinceridad, expresar tanto los sentimientos positivos como los negativos, realizar planes en común o respetar el espacio personal de los demás.
“La llegada de las fiestas supone un momento propicio para seguir fortaleciendo las relaciones en el círculo familiar más cercano. Compartir celebraciones tradicionalmente arraigadas como es la Navidad, respetando siempre el número máximo de personas permitidas en las reuniones, refuerza el sentimiento de pertenencia y contribuye a crear un “oasis” de bienestar; especialmente en un año en el que predomina la incertidumbre y en el que los niveles de estrés se han disparado. Tenemos que aprovechar estas fechas para aproximarnos emocionalmente a nuestros seres queridos y cuidar, así, de nuestra salud mental”, afirma la Dra. María Sánchez, e-Health Manager en Cigna España.
¿Qué recomendaciones podemos poner en práctica para reforzar el vínculo con nuestro entorno más cercano? Los expertos de Cigna las exponen a continuación:
- Comunicación atenta: fuera dispositivos electrónicos. Para poder mantener una conversación activa, es necesario que los participantes estén concentrados en el diálogo y que sientan que son escuchados con atención. Ambas condiciones son imposibles si alguna de las personas está manejando un dispositivo electrónico al mismo tiempo. Transmite falta de interés y puede generar en el interlocutor sensaciones de indignación o de baja autoestima. Declarar un periodo de tiempo libre de distracciones tecnológicas y dedicarlo a realizar actividades offline en común, o simplemente a charlar, es una estrategia muy eficaz para reforzar vínculos.
- Sinceridad y asertividad. Una comunicación eficiente requiere plena atención, pero también sinceridad y asertividad. Inconscientemente, en muchos casos es frecuente la creencia de que los demás son capaces de adivinar los pensamientos de uno mismo, tanto si son positivos como negativos. Esto suele ser una causa bastante habitual de desencuentros en las familias. Ser asertivo significa comunicar las ideas y necesidades propias con respeto y empatía hacia los demás.
- Expresar los sentimientos positivos y dejar salir las emociones negativas. Algunos consideran que no es necesario expresar el afecto a través de palabras o gestos, pero esas muestras de cariño reconfortan a las personas (activan sus niveles de oxitocina, serotonina y dopamina), en especial a los niños, ayudan a mejorar la autoestima y mejoran la fluidez de las relaciones. En el lado contrario, las emociones negativas también deben ser exteriorizadas para que la causa que las ha provocado pueda ser resuelta. En ocasiones, las personas se recrean en un sentimiento negativo y no se dan cuenta de que quien lo ha provocado no es consciente de ello. Hay que comunicarse, exponer aquello que genera malestar y explicar a los demás qué es lo que se espera de ellos.
- Organizar planes comunes. Una planificación previa será muy útil para crear una lista de actividades de ocio que realizar durante estos días de vacaciones. La lista deberá contener propuestas de todos los miembros de la familia, así se afianzará el sentimiento de pertenencia. Al practicarlas juntos, cada uno aprenderá sobre los gustos de los demás y se reforzará la conexión familiar. Teniendo en cuenta el contexto actual, los planes al aire libre (deportes, entornos naturales…) serán la mejor elección.
- Respetar el tiempo y espacio individual de cada uno. Dedicar tiempo a uno mismo es tan necesario para la salud mental como pasar tiempo de calidad con otros convivientes. Por ello, para que exista una armonía familiar, será preciso también respetar los tiempos y espacios propios de cada persona cuando lo necesite.
- Aprender a gestionar posibles conflictos. Aprender a solucionar los problemas fortalece el crecimiento emocional individual y la relación familiar. Hay que tratar de relativizar y concienciarse de que la realidad es subjetiva y cada persona la experimenta desde su propio punto de vista. Mantener la calma es indispensable para que la situación no se descontrole y que todos puedan hablar y ser escuchados. Una vez que se hayan expuesto los diferentes enfoques, será el momento de buscar una solución que satisfaga a todos.
La buena predisposición y la comunicación son básicos para gestionar las relaciones, impulsar el crecimiento individual de cada uno de los miembros y promover la “salud familiar”. De este modo, teniendo en cuenta el enorme impacto emocional recibido a lo largo de este año, será fundamental también tratar de empatizar con los familiares preguntándoles cómo se encuentran, intercambiar las emociones experimentadas, y escucharse mutuamente. Gracias a este contacto constante será posible afrontar con resiliencia los nuevos retos que surjan en el camino, reducir los niveles de estrés y disminuir la sensación de soledad.
¿Y qué pasa con los que no van a poder pasar las Navidades en familia?
Las circunstancias sin precedentes que vivimos han hecho que muchas personas estén pasando estas fiestas en solitario o sin poder cumplir con las tradiciones familiares que disfrutaron en años precedentes. En estos casos, lo mejor es apostar, tal y como se hizo durante el aislamiento domiciliario, por las herramientas tecnológicas para mantener el contacto y sentirse cerca, aunque cada unidad familiar esté en una ubicación diferente.
A esta situación excepcional se unen también las personas mayores en residencias u hospitalizadas, población especialmente vulnerable ahora por ser uno de los principales grupos de riesgo de la COVID-19. Tal y como indica la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)1 en una reciente publicación, el aislamiento y las escasas relaciones sociales que están experimentando podrían tener graves consecuencias para este grupo poblacional, tanto en su bienestar psicológico como físico. Por ello, dado que muchos de ellos no podrán disfrutar de las reuniones familiares, se hace preciso llegar a un punto medio que aporte los beneficios del contacto familiar, pero de forma segura. Para lograrlo, esta organización recomienda favorecer, en la medida de lo posible, las visitas a los residentes, siempre y cuando se respeten las recomendaciones de salud pública.
Por supuesto, también será imprescindible mantener el contacto con ellos, ya sea por teléfono, por videoconferencia, y preguntarles cómo se encuentran: qué están haciendo para lidiar con los sentimientos de tristeza o incertidumbre, qué actividades están llevando a cabo durante estas fechas tan señaladas y, sobre todo, reconocerles y felicitarles por su forma de sobrellevar la situación actual.
FUENTES:
1 Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). Recomendaciones de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) para una celebración más segura de las fiestas navideñas con las personas mayores vulnerables. Enlace