El sentimiento de incertidumbre que provoca la crisis sanitaria actual está impactando, especialmente, en el bienestar emocional de los mayores. En primer lugar, porque son uno de los principales grupos de riesgo de la enfermedad y, por otro, debido a la carga adicional que muchos de ellos sufren al tener que afrontar esta situación en solitario.
De acuerdo a los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística1, los mayores de 65 años representan el 42% de las personas que viven en hogares de tipo unipersonal. Esto les convierte en uno de los colectivos más vulnerables al aislamiento social y a los sentimientos de soledad. Una emoción que, a largo plazo, puede terminar afectando tanto a su salud mental como física: a través de la aparición de un cuadro de ansiedad, estrés o, en el peor de los casos, depresión; como también aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, demencia o presión arterial alta.
A esta situación de aislamiento se une el miedo al contagio. Tal y como muestran las cifras relativas a la enfermedad, y según han constatado los especialistas médicos y las autoridades sanitarias, las personas mayores son especialmente sensibles a los efectos de la COVID-19. Este riesgo ha llevado a este grupo poblacional, cada vez más consciente de la obligación de protegerse, a experimentar sentimientos encontrados, que van desde la necesidad de afecto, ayuda o acompañamiento, al miedo al contagio y a la muerte, afectando directamente a su salud psicológica, emocional y física.
Por ello, con el objetivo de evitar que su bienestar se vea afectado, es fundamental que tomen conciencia la importancia de gestionar adecuadamente sus emociones, de manera que su adaptación a la nueva realidad se realice de la mejor forma posible.
Con motivo del Día Internacional de las Personas de Edad, desde Cigna proponemos algunas recomendaciones en este sentido:
- Mantener el contacto con ellos. La falta de interacción social es el principal factor de riesgo que favorece la aparición de los sentimientos de soledad. Para evitarlo, es importante tener contacto con ellos de manera constante, ya sea por teléfono, por videoconferencia o personalmente, respetando siempre las medidas de seguridad establecidas.
- Evitar que les afecte la sobreinformación. Es importante que nuestros mayores conozcan la situación actual de la pandemia para que no pierdan contacto con la realidad y se adecúen correctamente a las exigencias sanitarias de prevención. Sin embargo, y como le sucede al resto de la población, la sobreexposición informativa puede terminar por generar una ansiedad y un miedo innecesarios en ellos. Por ello, es necesario que logren un equilibrio, instándoles a que consulten la actualidad informativa una o dos veces al día, y siempre a partir de fuentes fiables.
- Preguntarles cómo se encuentran. Es fundamental saber cómo están, de qué manera están readaptando su rutina a la nueva realidad y qué están haciendo para lidiar con los sentimientos de miedo, ansiedad o preocupación que genera esta situación excepcional. De este modo, podremos detectar cualquier problema de salud, tanto a nivel físico como mental, y alentarles a que busquen consejo o atención médica si fuera necesario.
- Hacerles sentir útiles. Buscar consejo en ellos, basándonos en su experiencia y sabiduría, o pedirles un favor relacionado con alguna actividad que puedan desempeñar, les hará sentirse útiles y contribuirá a que su ánimo no decaiga. Asimismo, también es importante expresarles gratitud y aprecio por su contribución y reconocerles, si es así, que su forma de sobrellevar la situación actual está siendo la correcta.
- Enseñarles técnicas de meditación. Los ejercicios de mindfulness o de control consciente de la respiración pueden ayudarles a calmar y gestionar correctamente cualquier sentimiento de angustia o ansiedad. Este tipo de prácticas son, además, un excelente recurso que les ayudará a mantenerse ágiles mentalmente.
- Procurar que mantengan una rutina diaria. Las rutinas provocan una sensación de control y seguridad que ayuda a sobrellevar cualquier situación que se salga de la normalidad. Es importante que traten de mantenerse siempre ocupados y de que respeten, en la medida de lo posible, un horario determinado para las diferentes actividades que tengan planteadas: descanso, higiene personal, comida, actividad física, contacto social, aficiones, labores del hogar, etc.
- Instarles a que sigan una dieta saludable. Partiendo siempre de los requerimientos específicos que puedan tener en el ámbito nutricional, es importante que los más mayores sigan una alimentación equilibrada, rica en vegetales, vitaminas, minerales y antioxidantes, como el pescado azul, los cítricos y las verduras. También es interesante que incluyan en su dieta alimentos que contribuyan a mejorar su estado de ánimo (como los huevos, los cereales integrales o el chocolate negro) o que les aporten mayor energía (alimentos ricos en potasio y hierro, como los frutos secos, los plátanos o los higos).
- Ayudarles a mantenerse activos. El famoso dicho ‘Mens sana in corpore sano’ es más importante que nunca en esta etapa. Por ello, instándoles a que combinen en su rutina diaria la práctica de algún tipo de actividad física con la realización de ejercicios de agudeza mental (sudokus, crucigramas, ajedrez…), estaremos contribuyendo a su salud física y emocional. Y es que, gracias a un estilo de vida activo en todos los sentidos, lograremos que refuercen su capacidad cognitiva, que mantengan sus indicadores de salud en niveles normales (peso, colesterol, tensión arterial, circulación, etc.) o que su estado emocional mejore.
Fuentes:
1Encuesta Continua de Hogares – Instituto Nacional de Estadística