El cáncer de mama es el tipo de tumor más frecuente en mujeres, ya que 1 de cada 8 lo desarrollará a lo largo de su vida. En varones, si bien es posible que se produzca, es muy infrecuente.
La buena noticia es que el tratamiento ha evolucionado hasta tal punto en las últimas décadas que el porcentaje de curación, si la enfermedad se detecta en fase precoz, es altísimo. Por esta razón, el papel de la mamografía es clave.
Detección precoz, la clave
El cáncer de mama consiste en un crecimiento de células malignas que se origina en la glándula mamaria productora de leche, o en los conductos que la llevan hasta el pezón.
En la mayoría de los casos el único síntoma es notar un bulto indoloro en el pecho, mientras que en otras ocasiones es una secreción por el pezón o un cambio en la forma del mismo. Pero mucho antes de eso, el cáncer puede detectarse mediante una mamografía. De ahí la importancia de realizarse exámenes mamográficos periódicos de carácter preventivo.
Causas y tratamiento
Las causas exactas son desconocidas, pero sí que existen ciertos factores de riesgo que predisponen a la enfermedad: edad avanzada, exposición a estrógenos a lo largo de la vida (primera regla muy precoz o menopausia muy tardía, no hijos, tratamiento hormonal…), factores relacionados con el estilo de vida, como la obesidad, el sedentarismo y el consumo de alcohol, y factores genéticos. De hecho, alrededor del 7% de los casos son debidos una alteración de un gen que se hereda de padres a hijos, y que es responsable de que aproximadamente el 50% de las pacientes portadoras de esa mutación desarrollen el cáncer de mama.
En cuanto al tratamiento, en una fase inicial suele consistir en cirugía conservadora, es decir, extirpar la parte afectada de la mama y respetando al máximo la parte estética. Tras esta intervención, es frecuente seguir radioterapia cuando se ha conservado la mama, pero es un tratamiento bien tolerado que genera escasas molestias.
Actualmente, tan sólo en una mínima parte de los casos de cáncer de mama es necesario realizar una mastectomía total (extirpación completa de la mama), y siempre que es posible se ofrece la reconstrucción estética de forma inmediata. El tratamiento quimioterápico es necesario en algunos casos en que se considera que hay más riesgo de recidiva o metástasis, pero los nuevos fármacos son cada vez más efectivos y bien tolerados.
¿Qué podemos hacer para prevenirlo, ya que es tan frecuente?
Estudios recientes han concluido que es posible disminuir el riesgo de desarrollar esta enfermedad siguiendo ciertas medidas relacionadas con los hábitos de vida saludables. Evitar el sobrepeso y la obesidad es un factor crucial, pues el exceso de grasa corporal segrega estrógenos que están relacionados con la aparición del cáncer. También se ha relacionado con el consumo regular de alcohol.
Así, las recomendaciones de las sociedades científicas al respecto son: seguir una dieta equilibrada basada en frutas, verduras y proteínas animales, practicar actividad física de manera regular, y evitar el consumo de alcohol.
Siguiendo estas recomendaciones, y realizando de manera periódica las mamografías de control contribuimos a la prevención o la detección precoz, que es el pilar fundamental de la curación de la mayoría de las mujeres afectadas. Tanto es así, que si el diagnóstico se produce en las fases iniciales, y siguiendo el tratamiento adecuado, las tasas de curación son muy altas.