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Alimentación durante la lactancia: qué comer cuando se da el pecho

La alimentación de la madre durante el periodo de lactancia materna debe asegurar un adecuado aporte nutricional.
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La alimentación de la madre durante el periodo de lactancia materna debe asegurar un adecuado aporte nutricional. Sin embargo, es muy importante tener claro que no es necesario seguir una alimentación especial durante esta etapa, y simplemente hay que tratar de mantener una dieta sana y equilibrada, inspirada en la Dieta Mediterránea, limitando el consumo de azúcar, dulces, grasas o productos altamente procesados.

Partiendo de esta base, es importante tener en cuenta que los requerimientos energéticos de una mujer lactante aumentan, al mismo tiempo que sus reservas nutricionales pueden haber disminuido como resultado del embarazo y la pérdida de sangre durante el parto. Por ello, durante este periodo conviene evitar dietas hipocalóricas con el objetivo de perder peso.

Además, es importante recordar que el hecho de dar el pecho moviliza las grasas de reserva acumuladas durante el embarazo, especialmente alrededor de los muslos y de las nalgas, lo que favorece la recuperación de la silueta al reducir la circunferencia de cadera.

Teniendo todo esto en cuenta, ¿qué características debe tener la alimentación de la madre durante la lactancia?

  • Pese a que las necesidades energéticas aumentan, se debe comer de forma equilibrada. Es importante incluir una gran cantidad de frutas y verduras, así como cereales integrales (avena, arroz integral y pan integral de grano completo). Estos alimentos, así como las patatas, la pasta o la quinoa, tienen un contenido elevado de almidón, una importante fuente de energía.

 

  • Es necesario contar con un adecuado aporte de proteína magra, presente en alimentos como pollo, huevos, legumbres, pescado y carne de vacuno magra; y de grasas saludables, como las presentes en el aceite de oliva, frutos secos, semillas, aguacates y pescado azul. El pescado azul es bueno para la salud y para el desarrollo del bebé, pero es recomendable no exceder más de dos raciones a la semana (o una, en el caso de pez espada, tiburón o aguja), ya que pueden contener pequeñas partículas de elementos contaminantes como el metilmercurio.

 

  • Es importante asegurar un consumo suficiente de calcio, ya que las reservas de este mineral en el organismo se agotan con la lactancia. Para ello, es importante consumir cuatro raciones diarias en forma de productos lácteos, como leche, yogur y queso; y de productos no lácteos, como frutos secos, tofu, semillas de sésamo y verduras de hoja verde.

 

  • Para asegurar que la leche materna aporta las cantidades adecuadas de yodo al lactante, se aconseja cocinar los alimentos con sal yodada y comer pescado, teniendo en cuenta lo comentado sobre las raciones.

 

  • Es preciso aumentar el aporte de agua, ya sea en forma de infusiones, caldos, sopas o zumos, pues es el componente fundamental de la leche.

 

  • En el caso de optar por algún tipo de suplemento nutricional, es muy importante consultar siempre con el médico antes de iniciar su consumo. Lo mismo ocurre con las plantas medicinales: la gran mayoría contienen principios activos que muchas veces no están estandarizados y pueden ocasionar toxicidad al bebé lactante. Es imprescindible tener una buena fuente de información respecto a este tipo de productos.

 

En este sentido, es importante recordar que algunos productos y sustancias pueden tener un efecto sobre la leche materna, y por extensión, sobre el bebé lactante. El ejemplo más claro es el alcohol, la nicotina y ciertos medicamentos, ya que se eliminan por la leche y, por tanto, pueden resultar perjudiciales para el bebé. Además, ciertas sustancias estimulantes del tipo cafeína, así como el chocolate, también pasan a la leche después de su ingesta. Se ha observado irritabilidad, hiperactividad y patrones anormales en el ritmo del sueño del bebe.

Además, está comprobado que el aroma de los alimentos pasa a la leche, lo que puede provocar cambios en su olor y sabor. Estas variaciones ayudan al bebé a familiarizarse con diversos sabores, lo que le permitirá aceptar más fácilmente la alimentación complementaria. Sólo en el caso de observar repetidamente que el bebé muestra molestias (vómitos, diarreas, erupciones, malestar o rechazo de la leche) tras el consumo de algún tipo de alimento, puede ser necesario evitarlo.

Por último, en aquellos casos de antecedentes familiares de alergia, se aconseja evitar el consumo de alimentos potencialmente desencadenantes de procesos alérgicos, como los frutos secos, el chocolate, el pescado azul, la leche de vaca o los huevos, entre otros. El motivo es que podría disminuir ligeramente la incidencia de la alergia o al menos retrasar su aparición en el bebé. En todo caso, conviene consultarlo con un profesional médico.