Una de las lecciones más importantes que debemos extraer de la pandemia es la necesidad de replantear la forma de entender la asistencia sanitaria y el concepto de salud. Millones de personas se han visto afectadas por el virus, pero gran parte de ese impacto no ha sido por razones médicas: el confinamiento y la soledad, el teletrabajo y el trabajo en primera línea, la educación desde casa o la dependencia digital y académica. Estos son solo algunos de los ejemplos más evidentes de los cambios tan extremos que la pandemia ha impuesto en la vida cotidiana a escala global. Y, aunque no hayan provocado fiebre o dolor físico, cada cambio ha repercutido en el bienestar de las personas de todo el mundo.
En toda Europa, a medida que la pandemia empieza a remitir lentamente, la atención empieza a centrarse en el mundo que nos espera, especialmente en el ámbito laboral. Será un nuevo mundo, eso ya está claro, y no la vuelta a la normalidad previa al Covid-19. Y es que, muchos de los cambios han llegado para quedarse y la mayoría de las previsiones sugieren una combinación del trabajo en remoto y presencial. Este cambio tiene muchas implicaciones para la salud de los empleados en el mundo pospandémico, entendiendo la salud en el sentido más amplio de la palabra.
Los gobiernos y los sistemas sanitarios públicos se han visto obligados a abordar los efectos inmediatos del virus y a tomar medidas para contenerlo. Sin ninguna duda, esta tendencia continuará en el futuro y el presupuesto público estará sometido a una presión cada vez mayor. Como resultado, la prevención de enfermedades y el mantenimiento de la salud no centrarán el interés y la atención necesarias, una realidad importante para los empresarios y las organizaciones, ya que las personas más sanas son menos propensas a caer enfermas. Esto es un factor importante a tener en cuenta, dados los costes de la atención médica durante la pandemia. Asimismo, las personas que presentan un buen estado de salud son más felices y productivas; son más trabajadoras y contribuyen a crear una sociedad más sólida. Por tanto, es necesario no olvidarnos de la salud holística de las personas, y no sólo por razones altruistas.
Es fundamental que los empresarios entiendan que el bienestar de las personas es una gran inversión, sobre todo, en esta nueva realidad. Y es que, las personas sanas también son más resistentes y capaces de enfrentarse a las largas horas de trabajo, de cuidar y mostrar afecto a los demás, y de ser proactivas en los grandes y pequeños ámbitos que componen la vida diaria. Por esta razón, las personas resilientes ayudan a garantizar los mejores resultados empresariales posibles. Por lo contario, para una persona cuyo estado de la salud presente alguna patología, aunque sea muy pequeña, el día a día puede convertirse en una carga. Esto puede traducirse en mayores niveles de estrés y, por tanto, menor resiliencia.
Nuestro estudio ‘Cigna Covid-19 Global Impact’ expone datos muy reveladores sobre la correlación entre los problemas de bienestar, el estrés y los menores niveles de resiliencia. No es de extrañar que el virus haya provocado un aumento masivo del estrés: el miedo al contagio y la incertidumbre provocada por la pandemia son los principales causantes de este trastorno. Y, aunque más de la mitad de la población considera que tiene una carga de trabajo asumible y un buen equilibrio entre la vida laboral y la personal, gran parte de la sociedad sigue viviendo inmersa en la nueva cultura laboral ‘always on’, es decir, en la incapacidad para desconectar del trabajo de manera efectiva. El estar constantemente frente a una pantalla ha provocado que el horario de oficina se convierta en una noción muy abstracta. Y, esta situación, ha repercutido notablemente en nuestra rutina, ya que, como consecuencia, son muy pocos los que se alimentan bien, hacen ejercicio con regularidad y disfrutan de un descanso saludable.
Para los empresarios, estos resultados no son buenas noticias y subrayan la necesidad de hacer cambios: crear entornos de trabajo y condiciones de empleo que se centren en la salud holística de los empleados, no solo en la enfermedad física. Bajo esta premisa, para mantener el bienestar integral de las personas, más allá de la salud física, la atención sanitaria debe centrarse en proteger la salud mental, gestionar el estrés y el bienestar emocional y mejorar la nutrición y el entrenamiento corporal.
Los programas de bienestar están cogiendo fuerza en el entorno laboral, y por muy buenas razones. En primer lugar, están los beneficios más evidentes: estos programas están muy bien valorados por los empleados, lo cual influye en la buena reputación de la empresa. Además, pueden ayudar a reducir los costes sanitarios y el absentismo en una organización y, al mismo tiempo, aumentar la productividad. Con la creciente incidencia de las enfermedades crónicas y el aumento del coste de la cobertura sanitaria, estas son ventajas muy significativas para los empresarios. En términos más generales, comprender plenamente todos los ámbitos de la vida de un empleado permite una gestión mucho más eficaz por parte de los responsables de Recursos Humanos. En este contexto, nuestro estudio defiende que es importante proporcionar a los empleados una plataforma para comunicarse con mayor facilidad y libertad con sus jefes. Además, se ha demostrado que impartir formación sobre la salud mental a los directivos tiene un impacto significativo en el bienestar mental de los empleados, reduciendo las ausencias por enfermedad y obteniendo resultados positivos.
Para asegurar el éxito de un programa de bienestar es crucial el apoyo y el compromiso de los directivos. No es de extrañar: la inversión en bienestar es una decisión estratégica que se rentabiliza con el tiempo. Forma parte de la gestión de personas y, estas, son el principal activo de cualquier empresa de éxito. La pandemia ha puesto de manifiesto el valor de las personas, haciendo más evidentes las presiones a las que están sometidas, más allá de la enfermedad física.
Consciente de este nuevo contexto, Cigna Europa ha adaptado su oferta de soluciones de salud a las nuevas expectativas y necesidades actuales del entorno laboral desde un enfoque holístico: Whole Health. Esta perspectiva es una nueva forma de entender la asistencia sanitaria y el concepto de salud, teniendo en cuenta todos los ámbitos que conforman el día a día y que afectan a cómo nos sentimos, actuamos y percibimos lo que nos rodea (vida laboral, familia, vida personal, red de apoyo, salud financiera y acceso a la atención médica). Ya no basta con pensar en términos de cuerpo y mente o salud y enfermedad. Un conflicto en cualquiera de estas áreas puede tener un efecto inmediato en la salud holística de las personas. El objetivo de Cigna Europa con este nuevo planteamiento es adecuar sus servicios al nuevo entorno, brindando una amplia gama de herramientas, recursos y servicios para abordar las exigencias de la vida moderna, por ejemplo, asistencia para garantizar la conciliación entre la vida personal y laboral, apoyo con la vida social y familiar y asesoramiento ante dificultades económicas. Cigna Europa trabaja con las empresas para ofrecerles un programa de bienestar integral que lo incluya todo. Así, lograrán que sus empleados se sientan apoyados en todos los sentidos, ayudándoles a que desarrollen una sólida capacidad de resiliencia que les permita afrontar los desafíos actuales y los que están por venir.
La pandemia ha alterado nuestras vidas. A la hora de asimilar los enormes cambios que hemos experimentado es importante ver también lo positivo: la integración del trabajo y el hogar ha permitido conocer la vida de las personas sin artificios, no solo tal y como se presenta en el entorno de trabajo. Se trata, por tanto, de una gran oportunidad para comprender a las personas con las que trabajamos y para atenderlas como realmente son: la persona en su totalidad, y su salud holística.